Broken Arrow
Gaat Mezuar o El Llano Amarillo para los militares españoles del Sahara. Entre Smara y Mahbes
En octubre de 2013 intenté repetir la travesía del Sáhara Occidental que ya había completado con el viejo Nissan Patrol, esta vez en moto. Cargué la moto, una Yamaha XT600, dentro del coche y la descargué en el Erg Chebbí para comenzar desde allí Este es el relato de aquel pequeño gran viaje. Grande, consiguió llenar mi espíritu y mis sentidos de millones de sensaciones placenteras y hacer un HARD RESET necesario para que la máquina continúe funcionando eficientemente. Una flecha rota no tiene que significar un incidente con bombas nucleares como lo de Palomares. Cuando era niño una flecha rota era una excursión de ida y vuelta.
Paso unos días en el Erg Chebbi. A la hora de escribir esto no recuerdo si dos o tres, estaba muy en paz conmigo mismo y con el resto del mundo, me había infectado con el prisa mata de los lugareños. Paso el tiempo preparando la moto y lo que voy a llevar en ella, visitando a mi amigo, el dueño del albergue, y a su familia en Rissani. La previsión es que el buen tiempo no cambie en varios días. La calma del lugar sin turistas y una temperatura muy agradable durante el día me inunda y lo preparo todo sin prisa y con cariño. En casa había desmontado la moto para que entrara en el coche y la conseguí meter dentro y asegurarla bien. El resto de material y equipaje fue echado a su amor dentro del coche, amontonado.
Por la noche hace algo de frío pero lo mejor es que durante el día no hace calor excesivo. Por otra parte hay menos horas de luz en invierno. Me acordaré de eso después cuando llegada la hora de ir pensando en donde dormir, a pesar de las horas montando, la conjunción con la moto y con el terreno me incitaban a seguir un poco más, y otro poco más. Algún día agotaría la luz útil del día montado sobre la moto terminando por acampar de noche en cualquier lugar que descubriría al despertar el día siguiente. Qué delicia avanzar tras aquellos paisajes, grande, viéndolo todo desde arriba de pie sobre las estriberas y de repente un pequeño susto o el instinto de supervivencia, en momentos de éxtasis, te recuerdan que debes tener presente tu insignificante tamaño real ante la inmensidad que te rodea y la agradable soledad, apenas he visto humanos durante esos días.
Han sido trece días de moto no diría intensos porque no he disfrutado de la excitación pura de conducir como he hecho en otras circunstancias sino más bien de una placentera armonía entre lo que me rodea, mi moto y yo. Me siento honrado de que los dioses de aquellos lugares, si los hay, me hayan permitido recorrer sus dominios sin problemas graves y regalándome un tiempo meteorológico perfecto. Hemos pisado todo tipo de terrenos, duros, muy duros y blando, muy blandos. La moto se ha se ha portado bien aunque ha tenido un problema eléctrico que comenzó poco antes de llegar a El Boirat y que se estuvo repitiendo en lo sucesivo. De repente se paraba. No me parecía problema de carburación, era repentino. A veces arrancaba incluso antes de detenerme, a la primera. Otra veces a la segunda o a la tercera pero siempre arrancó. En Smara con el cambio de filtro de aire no volvió a fallar durante dos días. Una ilusión porque después me volvería a fallar varias veces hasta que en El Aaiún decidí no seguir más al Sur. el fallo definitivo llegó otra vez en el camino de vuelta, acercándome otra vez a El Boirat por el Sur. No arrancaba. lo mire "todo" una y mil veces Iba a desmontar la caja del filtro del aire cuando vi de reojo que uno de los cables de la bobina de alta no estaba bien sujeto. Lo fijé adecuadamente y, maravilla! arrancó a la primera. No me había dado cuenta antes porque no había levantado el depósito de gasolina que oculta la bobina. Otro problema con el que he tenido que convivir ha sido la "escasez" de muelle trasero. Aunque el Ohlins funciona a la perfección conmigo encima sin carga como ya había comprobado, con carga es otra cosa y el muelle de la Yamaha TT, 36 kg. más ligera se demuestra insuficiente para la XT con carga. Me doy cuenta de ello nada más fijar 6 botellas de agua en el transportín trasero y darme una vuelta cercana por los alrededores del Erg. Me ha hecho ir más tranquilo y trabajar más compensando con el movimiento del peso de mi cuerpo en los desniveles, baches y demás pero ha cumplido y no ha llegado a hacer tope en ninguna ocasión. Un 9,5 final para la moto, se ha portado!
Tardo en arrancar en el Erg Chebbí, estoy perezoso y lo consigo después de unos tes. El plan es rodar en dirección SW trazando una diagonal rumbo a Tagunite. Noto que a la moto muy pesada, lo he llenado todo pero pronto nos sincronizamos ella, yo y los obstáculos del camino y comienzo a disfrutar de un ritmo fluido. La navegación es sencilla y llevo el GPS con la pantalla apagada. El cable de alimentación nuevo que he instalado y no probado no funciona pero el camino es bien conocido. Por la tarde enciendo la pantalla para comprobar mi posición y veo que me encuentro a siete km. de Hassi Sguilma, un pozo y un puesto militar de control. No se si me van a entretener así que me desvío de la pista y detrás de una colina monto mi primer vivac. No me he cruzado con nadie en todo el día sin contar el par de camiones que vi cerca de Rissani.
Por la mañana llego a Tagunite a repostar y comprar pan para los próximos dos días. Para evitar arena en exceso desecho pasar por Mhamid el Gozlane y después de cruzar por asfalto el Djebel Bani por el puerto de Anagam, salgo de la carretera en busca del Erg del Judío que rodeo por el S. El GPS sigue con la pantalla apagada funcionando con pilas y eventualmente y durante las paradas aprovecho una toma de corriente auxiliar que he montado en el manillar por si necesito cargar alguno de los teléfonos que no puedo usar en marcha pues es tipo mechero de coche y se desconecta constantemente incluso por la carretera. La navegación a ojo me juega la primera mala pasada y sin comerlo ni beberlo me encuentro en la pista de Foum Zguid que, igual que mi amigo Julio, me había prometido hace tiempo no volver a pisar por la cantidad de piedra. en realidad es la fábrica de las piedras de Marruecos, terrible. Bien es verdad que con la moto se lleva mejor que con el coche. A quince km de Foum Zguid monto mi segundo vivac. Aunque llevo lectura en este viaje pasaré horas y horas mirando a las estrellas. No hay Luna y el firmamento resplandece con todo su luminoso esplendor, tumbado junto a la tienda y la moto en un estado semi-catatónico. El cielo se muestra espectacular y llego a elucubrar la posibilidad de ponerme el casco de la moto por la cantidad de estrellas fugaces que veo caer por doquier. No puedo resistir la tentación de enviar a mi amigo Javi de Astroturista un mensaje contándole lo que veo. Me responde que eso no se le hace a un amigo, que en Granada no puede ver nada por las nubes. Pero me desea un buen viaje y que siga disfrutando del cielo.
En Foum Zguid lleno gasolina y me tomo un café. Vuelvo a tomar la pista y en un primer control digo a los militares que voy a Tata. No me dicen nada y pienso que me van a dejar seguir pero como imaginaba, kilómetros adelante en otro control me vuelven hacía Tissint y me advierten que continúe por asfalto. Así lo haré hasta Founm el Hisn, la segunda vez no suelen ser tan amables. Vuelvo a intentarlo en Foum el Hassan entrando por la pista donde terminó etapa la Africa Race el año pasado pero de nuevo me detienen en un control militar y de malos modos, ya tendrían noticias mías desde el puesto anterior, un militar me advierte que vuelva a la carretera y siga por ella. El control de los turistas en algunas zonas de Marruecos es mucho más eficiente de lo que se podría pensar.
El Sáhara
Llego por asfalto a Assa. Para no perder las buenas costumbres voy directamente a mi pastelería favorita y me tomo un batido de aguacate y un par de pasteles. Es un ritual de entrada al Sáhara que pondrá a mi favor a los dioses del desierto. Repongo gasolina, fruta, agua y pan y me encamino a Foum Neguev para cruzar el Djebel Uarkziz. El Uarkziz, una alargada montaña, es la frontera natural con el Desierto del Sahara. Ya estoy en el Sáhara otra vez. Han terminado las obras de mejora de la pista de El Boirat y se puede avanzar con rapidez en los 80 Km que hay hasta el pueblo, en apenas una hora llego. La llegada pierde algún encanto al hacerlo a toda velocidad por esta superpista. Descender al río y volver a subir para entrar en su única calle no tiene nada que ver, ni mucho menos. La moto comienza a fallar a menos de un kilómetro de el Boirat. Se para un par de veces pero vuelve a arrancar inmediatamente. Lo volverá a hacer en los días siguientes. Sigo en dirección a Smara sin parar esta vez en la tiendecilla. Llevo lo que necesito y no tengo espacio. y me vuelvo a sentir el amo sobre mi moto avanzando sobre estos impresionantes parajes pero se mengua inmediatamente ante una trialera, el paso complicado de un río, un pequeño susto o cuando la moto se para.
Una piedra en el camino me recordó que mi destino era rodar y rodar, llegar y volver, enteros moto y yo. Aquella piedra era descomunal, del tamaño de una pelota de fútbol, clavada en mitad de mi trayectoria. Sin dejar de acelerar ni frenar deslicé la moto primero hacia ella y después en dirección contraria, evité siquiera rozarla. El instinto hace esas cosas, no hay tiempo para pensar y por fortuna a veces resuelve de forma magistral. Había agotado mi dosis de baraka (suerte) aunque luego Allah me concedería alguna otra ración.
Hago noche en un río rodeado de acacias en esta zona que tanto me gusta el país Tekna, la zona de transición entre la influencia del sultanato de Marruecos y las tribus del Sahara. No me he encontrado con nadie salvo en El Boirat, siempre paro y compro cualquier chuchería o algo que haya olvidado en el pequeño y único comercio del pueblo en el que puedes encontrar cualquier cosa. Continúo camino y llego a dormir a Janguet Qsat.
El Janga como era conocido en los tiempos del Sáhara Español, era un puesto policial fronterizo con el protectorado francés de Marruecos, que fue el escenario del primer ataque del Frente Polisario contra España el 20 de mayo de 1973, un evento que marcó el inicio de la lucha armada por la independencia saharaui al que dedico esta entrada en este blog Janguet Qsat.
Janguet Qsat en la actualidad. No queda ningún resto identificable del antiguo puesto español. Las fotos son de un viaje posterior (2016)
Por la mañana decido improvisar un recorrido que me llevará al norte de la Gaat Chebayenne y así evito unos cuarenta km. de asfalto por la carretera de Hausa a Smara. Será uno de los escasos recorridos que "descubra" en este viaje. En teoría no tiene pérdida, rumbo W hasta llegar a la cabecera de la Gaat. Llego sin problema, no hay ningún obstáculo destacable. El resto es conocido pero siempre diferente, las luces y las texturas y el ánimo del observador o simplemente la hora hacen que un mismo lugar nunca sea igual. En el tramo a través de la Gaat no me apasiono con el puño del gas, hay numerosos agujeros y zanjas que me imponen mucho respeto. Esta es bastante más traicionera que la cercana Gaat Mezwar, el Llano Amarillo, donde si se puede estrujar el puño sin miedo. En Smara hago la también tradicional parada en la pastelería para degustar un raib y unos dulces antes de almorzar carne a la brasa y una ensalada. Me entretengo más de los debido y el Sol comienza a bajar. Como había decidido voy en busca de la Saquia y pasados 10 kilómetros aproximadamente de Sidi Ahmed Larusi para al lado del camino, por aquí no va a pasar nadie pienso. Y si pasó alguien, lo relato en esta otra entrada del blog disparos en el Sahara
De morir, es muy posible que lo hubiera hecho con las botas puestas
Mis intenciones eran seguir hasta Guerguerat cerca de la frontera sur con Mauritania pero teniendo en cuenta los fallos de la moto decido ir a El Aiún por el río, la Saquia el Hamra, un camino algo más frecuentado y cercano a la civilización. En Smara he cambiado el filtro de aire y no ha vuelto a fallar aunque es un espejismo ya que antes de llegar al camping Le Bedouine se vuelve a parar. Al llegar a Le Bedouine llevo algo más de 1600 km. desde Merzouga. Paso el día siguiente revisando la moto, leyendo y paseando por la sebja que hay junto al camping, sin apenas clientes. Por la tarde me acerco a Daora y charlo un rato con unos hombres que hay por allí, no hay ni siquiera un café o una tienda y la gasolinera lleva tiempo abandonada.
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| Gasolinera de Smara |
No me fío al 100% de mi moto y termino por decidir no seguir más al Sur. Más al Sur si voy a estar solo. En mi mapa tengo registradas las bases militares y bastantes puestos así como pozos. Claculo que nunca boya a estar a más de sesenta kilómetros de alguna instalación militar salvo a partir de Auserd hasta Tichla donde no hay ni militares ni pastores cerca. En caso de avería pienso que entre una noche y una mañana soy capaz de andar esos sesenta kilómetros. Si tengo un accidente que Alá me pille confesado. Llevo desde los quince años haciendo solo cosas que no se recomienda hacer solo y no tengo arreglo, confío en mi instinto de supervivencia que me hace asumir un nivel de riesgo muy inferior al que llegaría en compañía, adecuada se entiende. Este trabaja mucho sobre todo cuando viajo en moto y constantemente me tiene que llamar a bajar el ritmo y es que la física dice que si vas despacio la moto se vuelca es la mejor excusa a la que recurro. Con esta incertidumbre mecánica no es nada razonable seguir más al Sur. Decidido. Desde Tah iré a Hagunia y desde allí volveré a retomar la Saquia bastante más cerca de Smara. así no la hago entera y además la parte final es más cómoda.
La vuelta
El día anterior había comprobado que la gasolinera de Daora está desmantelada asi que sigo por la carretera en dirección norte y me encuentro con que la gasolinera de Tah está sin gasolina. Chasco. Vuelvo a repostar a El Aiún y ya aquí siento pereza de volver a coger la carretera así que paso por Edchera donde visito los restos de Fuerte Chacal y las tumbas de los 13 fallecidos del Frente de Liberación en la batalla de Edchera de 1958. En Fuerte Chacal me encuentro a un chaval que me reconoce de cuando estuve allí el año pasado e incluso recuerda al Verde, mi coche, qué memoria!. No me apetece volver por el río. El recorrido es precioso pero lo tengo muy reciente y además la etapa de los días anteriores por el cauce fue la única que me llegó a cansar; el recorrido es puramente de río, arena y sobre todo muchos badenes y baches que me obligan a trabajar constantemente para compensar las deficiencias de la suspensión trasera de la moto. Intento buscar camino por la margen a mi izquierda del río pero todos los caminos incluso veredas me vuelven a meter en el río. Desisto y continuo por el río. Al poco me salgo por una de las escapatorias que tengo previstas hacia la carretera de Smara. El recorrido de la escapatoria resulta precioso con llanuras interminables y el cruce de un bonito río.
Este día fui agraciado por recibir una dosis extra de suerte en el viaje. A escasos metros de la carretera de Smara buscando un sitio para incorporarme a ella no veo unas profundas roderas en barro seco que me enganchan la rueda delantera. Descabalgo por el lado derecho de la moto sin soltar el manillar y toco el suelo con las dos piernas a ese lado de la moto pero consigo volver a poner una pierna a cada lado del asiento y con un golpe de gas la moto se endereza. Un buen susto, la baraka no me ha abandonado. Igual que con la piedra, una gran descarga de adrenalina que agudiza el instinto de supervivencia hasta límites insospechados.
Después de repostar en Smara es tarde y sólo tengo tiempo de hacer unos 60 km. por la carretera en dirección a Hausa antes de buscar un lugar para acampar retirado del mundanal ruido, por otra parte bastante escaso. No merece la pena intentar ir fuera de asfalto en este tramo, las veces que lo he intentado los militares me han vuelto al asfalto. Estoy junto a una pista paralela a la carretera bastante utilizada y confío en tener suerte y que no me encuentre alguna patrulla de las que sin duda vigilan la zona desde esa pista. Suele ser incómodo que te despierten para identificarte. En los dos días que he pasado en la jaima de Le Bedouine no he reparado en que ya hay Luna. No molesta porque siempre está muy guapa y además ilumina pero su luz me tapa muchas estrellas. No importa: me tumbo en el suelo y me olvido del mundo, de este mundo unos momentos. Mucho más fácil resulta evadirse de este mundo primario donde sólo cuentan los instintos de disfrute de los sentidos y de la supervivencia, que del mundo habitual que por suerte está muy lejos, tanto que ni me acuerdo de él ni se que día de la semana es. Sigo encontrando algunas similitudes con las historias de náufragos que leo estos días en La Tormenta Perfecta y las situaciones en las que me encuentro, por fortuna bastante más favorables para mi.
| Parada en la Saquia el Hamra |
Me levanto perezoso y lento. Previamente había dado media vuelta en el saco de dormir cuando el sol me despertó. Como algo, recojo, cargo la moto con extrema tranquilidad y no arranco hasta las once de la mañana. Quedan unos kilómetros de asfalto antes de llegar a la Gaat Mezwar y desde lejos veo una nube de polvo sobre la gaat, como si hubiera una pequeña tormenta localizada sobre ella. Una vez allí compruebo que hay un gran trasiego de camiones militares y de movimiento de tierras, menuda polvareda levantaban. En las fotos que hice en la gaat parece que estaba en plena tormenta de arena. Al salir de la gaat comienzo a encontrar tramos de la carretera construida por los españoles cuando estuvimos por allí que une Hausa con Echdería. Subiendo a la meseta en cuyo borde se encuentra Echdería se conservan tramos totalmente intactos. La hicieron a conciencia. Me acerco al pueblo pues tengo intenciones de volver a ver a un maestro que conocí allí el año pasado sin suerte, no estaba. Nada más llegar el tipo que se presenta como el responsable me pide mis datos pues tiene que dar parte a la Gendarmería de los transeúntes que allí recalan. Me invita a pasar dentro de su casa. Me bajo de la moto. Me indica que la deje en el parking, junto a la tapia. Que está en mitad del camino. Me llamó la atención porque allí no se veía nada con motor y es más, puede incluso que mi moto fuera el único animal motorizado que paso por allí aquel día. Le dejo una fiche con mis datos y los de la moto y así se ahorra tener que escribir todos mis datos. Me invita a te y a pan con aceite y ketchup y unas aceitunas. No es el mismo caid que vi allí el año pasado y me comenta que él es de Smara y que el puesto de caid es rotatorio y sólo está allí cuatro meses. Después de un rato de charla continuo el camino hacia El Boirat.
La avería
Llego otra vez a ese barranco a pocos kilómetros de El Boirat que tan honda impresión me produce y como la primera vez que lo vi y las sucesivas, me paro a recorrer a pie aquel lugar que tantas noches en vela ha visto pasar a los soldados marroquíes que defendían aquella posición. En los bordes del barranco están bastante bien conservadas las construcciones defensivas y unido al desolador aspecto del barranco pedregoso, desaliñado sin vegetación alguna, silencioso no me deja nunca indiferente. El 24 de agosto de 1976 el Frente Polisario lanzó un violento ataque sorpresa contra El Boirat donde se encontraba la 3ª División Blindada de las F.A.R. marroquíes resultando en numerosísimas bajas entre soldados y oficiales marroquíes y gran parte de material, incluidos numerosos carros T-54, cayeron en manos del Polisario. Un golpe importante a las FAR marroquíes que llevó al Consejo de Guerra a algunos de los mandos de la División. Liberaron además una cantidad importante de prisioneros polisarios. Siempre traigo de allí algún casquillo o algún trozo de metralla retorcida de recuerdo. Pocos paisajes tan desolados conozco que lleguen a causarme tal congoja como este lugar.

Cruzar el Ouakziz en sentido Norte siempre me cuesta. Es una línea entre el Sur y el Gran Sur, solitario y desolado que tanto me atrae, la frontera natural entre el pre Sáhara y Anti Atlas y el gran Sahara. Pero los cinco escasos kilómetros que me separan de la montaña no dan para mucho y de nuevo paso por Foum Neguev y me paro otra vez a visitar las construcciones defensivas. Se trata de un paso en la montaña bastante accesible y ancho que durante la guerra de Marruecos contra el Polisario, fue fortificado con muros y numerosos puestos de tiro para ametralladoras pesadas o morteros. Me espera la pastelería en Assa y muchos kilómetros de asfalto hasta Foum Zguid. El recorrido por asfalto que tengo que hacer hasta Foum Zguid es bonito, está jalonado de curiosas formaciones rocosas y pequeños oasis con palmeras que contrastan en un paisaje pedregoso y seco. Lo hago a una velocidad de 90/100 Km. hora disfrutando del paisaje. En Foum Zguid tomo la pista directa a Zagora. El piso, como decía Angel Nieto, está muy mejorado. Están trabajando en todo su recorrido para asfaltarla en breve y se puede circular rápido. Hace unos años el tramo era duro dado su escaso uso al haber alternativas asfaltadas.
Llego otra vez a ese barranco a pocos kilómetros de El Boirat que tan honda impresión me produce y como la primera vez que lo vi y las sucesivas, me paro a recorrer a pie aquel lugar que tantas noches en vela ha visto pasar a los soldados marroquíes que defendían aquella posición. En los bordes del barranco están bastante bien conservadas las construcciones defensivas y unido al desolador aspecto del barranco pedregoso, desaliñado sin vegetación alguna, silencioso no me deja nunca indiferente. El 24 de agosto de 1976 el Frente Polisario lanzó un violento ataque sorpresa contra El Boirat donde se encontraba la 3ª División Blindada de las F.A.R. marroquíes resultando en numerosísimas bajas entre soldados y oficiales marroquíes y gran parte de material, incluidos numerosos carros T-54, cayeron en manos del Polisario. Un golpe importante a las FAR marroquíes que llevó al Consejo de Guerra a algunos de los mandos de la División. Liberaron además una cantidad importante de prisioneros polisarios. Siempre traigo de allí algún casquillo o algún trozo de metralla retorcida de recuerdo. Pocos paisajes tan desolados conozco que lleguen a causarme tal congoja como este lugar.
En el fondo del barranco se para la moto. Esta vez no quiere arrancar no insisto por miedo a agotar la batería tras numerosos intentos. Me quito la armadura y empiezo a revisarla. Empiezo por la bujía; está bien conectada y el color del electrodo no es óptimo, algo claro, pero todo está en condiciones pero no hay chispa. Es algo eléctrico seguro. Levanto el depósito de gasolina y lo primero que veo es que uno de los dos conectores fast-on no de la bobina de alta se ha soltado, lo conecto y la moto arranca al momento con el primer intento. Alhamduliah! dejar mi moto sola en aquel lugar tan siniestro no me hacía especial ilusión. No lo había visto antes porque no había levantado el depósito de gasolina y está justo debajo. Pienso en darme la vuelta, llevo combustible. Pero me da pereza volver a hacer el mismo recorrido otra vez. He ido y vuelto por las dos alternativas más cortas hasta Smara. Me puede la pereza, ya no estoy con las ganas que gané el primer día de viaje cuando llevaba unos kilómetros rodando y me había adaptado al medio.
Continuo más tranquilo hasta El Boirat dándome cabezazos virtuales por la avería tan insignificante que me ha estado molestando todos estos días y me han hecho recortar mi ruta. Sigo desde El Boirat por la nueva "autopista", la típica plataforma de seis metros de ancho que preparan para algún día asfaltarla, y aunque llevo tiempo de sobra antes que anochezca y en Assa está mi pastelería de referencia en la zona, decido quedarme una noche al sur del Uarkziz, una noche más en el Sahara. La pastelería seguirá allí mañana esperándome para el desayuno.
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| Último campamento antes de cruzar el Uarkziz que se ve al fondo |
Cruzar el Ouakziz en sentido Norte siempre me cuesta. Es una línea entre el Sur y el Gran Sur, solitario y desolado que tanto me atrae, la frontera natural entre el pre Sáhara y Anti Atlas y el gran Sahara. Pero los cinco escasos kilómetros que me separan de la montaña no dan para mucho y de nuevo paso por Foum Neguev y me paro otra vez a visitar las construcciones defensivas. Se trata de un paso en la montaña bastante accesible y ancho que durante la guerra de Marruecos contra el Polisario, fue fortificado con muros y numerosos puestos de tiro para ametralladoras pesadas o morteros. Me espera la pastelería en Assa y muchos kilómetros de asfalto hasta Foum Zguid. El recorrido por asfalto que tengo que hacer hasta Foum Zguid es bonito, está jalonado de curiosas formaciones rocosas y pequeños oasis con palmeras que contrastan en un paisaje pedregoso y seco. Lo hago a una velocidad de 90/100 Km. hora disfrutando del paisaje. En Foum Zguid tomo la pista directa a Zagora. El piso, como decía Angel Nieto, está muy mejorado. Están trabajando en todo su recorrido para asfaltarla en breve y se puede circular rápido. Hace unos años el tramo era duro dado su escaso uso al haber alternativas asfaltadas.
Llego a Zagora en poco más de una hora. Hace unos años ese mismo recorrido hubieran supuesto tres duras horas. Me voy directo al taller de Aziz y Mohammed para que me reparen la llanta pero es tarde y lo dejamos para la mañana siguiente. Me ofrecen dejar la moto en el taller durante la noche y me instalo en un hotelillo muy acogedor que hay cerca del taller. Llamo a Jota que me abronca, como lo hace él sin violencia y con delicadeza, por no haber parado en su casa. No quería molestarlos pero no volveré a hacerlo porque además están usando ahora su casa como alojamiento para viajeros. Por 10€ noche se puede disfrutar de toda la casa, cocina incluida y del desayuno, aunque la mayor parte de los visitantes contratan el extra de la cena cocinada con esmero por Hanna. Ya lo sabéis, en Zagora ya no hay que buscar hotel, en la casa tiene seis plazas, tres en una habitación y otras tres en su acogedor salón. Mientras reparan la llanta a martillazos hago una visita a Jota y Hanna. Nos tomamos un té mientras nos ponemos al día y los dejo tranquilos porque Hanna tiene que llevar a Miguel a vacunar y Jota tiene que preparar el equipaje pues sale para casi veinte días en tres viajes con clientes. Vuelvo más tarde para comer con ellos y pasamos una agradable sobremesa de charla que se prolonga hasta que ya no hay luz del Sol. Los vuelvo a dejar y me voy a pasar el rato con los chavales del taller. Por allí aparecerían más tarde Hanna, Miguel y Jota a recoger su coche y aprovechamos para despedirnos. Por la mañana me levanto dispuesto a poner fin a esta flecha rota. Cargo mi equipaje en la moto en el taller y me despido de los mecánicos. Me quedan unos 250 km. para unir la punta y la cola de la flecha.
Tomo el camino más directo y me encuentro que la pista que pasa por el Tizi´n Tafilalet ha sido mejorada y permite circular rápido, así hasta Oum Jrane. Desde allí continúo en dirección E, directo a las dunas del Erg Chebbí. A primera hora de la tarde llego a Taouz. El cuentakilómetros de la moto marca casi 3400 kilómetros más que cuando empecé en Erg Chebbí pocos kilómetros al Norte. Han sido cuatro horas desde Zagora para un recorrido que antes hacía en un par de días. Se han acabado estos trece días de redescubrir estos parajes a lomos de mi moto. Siento que quiero más y decido que voy a seguir en dirección E hasta Figuig. Recorro los escasos treinta kilómetros que me separan del albergue Erg Chebbí que es como mi casa, allí está el coche, todas mis pertenencias y una confortable habitación con ducha. Todo sigue tranquilo, aún no han llegado los turistas de la navidad.











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ResponderEliminar... y cuánto echo de menos el llano amarillo, Houza, Jdiriya, y el cuartel deTarf La Guebba!....
Saludos.
Ahí siguen esperándote
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