Sahara Crossing TA



Piedra, arena, espacios inmensos. Todo a lo grande, inmensidad y soledad. También las emociones han sido intensas. La satisfacción de haber completado la Sahara Crossing TA, una travesía off road de 3200 kilómetros que ha recorrido de norte a sur y de sur a norte el Sahara marroquí, ha supuesto culminar un proyecto del año 2000. Dos motos y dos pilotos sin apoyo externo durante diez días de puro desierto y en total autonomía.

 La idea venía de lejos… ya en el año 2000 comencé a alumbrar el proyecto. Recopilando información, leyendo sobre la región y su historia, sus guerras y sus conflictos políticos. Mi intención era encontrar una ruta segura fuera del asfalto e intentar visitar algunos lugares históricos.

 

 

Después de una pequeña incursión por la zona norte del Sahara en moto, que resultó ser un rito iniciático, el bicho me había picado, y meses después en 2009 preparé un viejo Nissan Patrol atmosférico y con una amiga, nos lanzamos a la aventura de recorrer el Sahara Atlántico marroquí en toda su extensión en un itinerario de ida y vuelta muy similar al que acabamos de finalizar. Desde entonces han sido muchos los miles de kilómetros de norte a sur y de este a oeste, siguiendo indicaciones de guías unas veces y explorando nuevas rutas, al menos para mi, la mayor parte. Quedaba hacer la travesía completa en moto. Ya la intenté en 2013 comenzando en Merzouga pero una avería eléctrica intermitente en la Yamaha XT600 me disuadió de llegar más allá de El Aiún.

 





Fue Judith la que me incentivó a intentarlo y puso una fecha mayo de 2016. No había vuelta atrás. La Sahara Crossing TA estaba lanzada.

 

La experiencia de Judith fuera del asfalto era limitada pero sabiendo de su tenacidad y fortaleza creí viable la idea de hacer la travesía en total autonomía. Durante las primeras jornadas fue cogiendo soltura de la peor manera, eran las más técnicas.  Ya en las etapas finales no había arena o piedra que la detuviera aunque en ocasione sfuera optimista de más con la máxima “ante la duda gasss”. Se había convertido en una auténtica “rata del desierto”.

 






En los primeros días de mayo descargamos las motos del remolque en Guelmin y nos dirigimos por asfalto hasta Assa. Unos kilómetros más y habíamos cruzado la montaña del Djebel Ouarkziz, la frontera natural del Desierto del Sahara. Caía la noche y a poca distancia de la montaña acampamos. Ya estábamos en el Sahara. La noche fue movida, con el viento típico de la región y una tormenta eléctrica con lluvia. El día amaneció gris pero ya no llovía.

El país Tekna, la región de transición entre la zona dominada por el antiguo sultanato de Marruecos y las grandes extensiones pobladas por las tribus del Sahara es una de las partes más técnicas para conducir de este viaje, el ritmo fue lento mientras Judith se acostumbraba a que fuera de asfalto la rueda delantera y la trasera no tienen porque ir siempre una delante de la otra. También fue en la que encontramos peores condiciones climáticas con hasta 39º de temperatura. El paso arenoso del Oued Afra no resultó complicado como en otras ocasiones ya que gracias a las indicaciones de unos pastores conseguimos encontrar un paso relativamente fácil. En cambio el Oued An Nakhla que en otras veces había cruzado sin mayores problemas nos complicó la existencia con un tramo de un kilómetro de arena muy blanda donde sufrimos debido a las altas temperaturas y a tener que remar con las piernas para ayudar a las motos a avanzar. Poco después de cruzar el río montábamos nuestro segundo campamento. Ese kilómetro nos había dado la puntiilla, el calor en aquel hoyo sin la menor brisa era insoportable.

 






No quedaba mucho para llegar a Smara. Allí paramos a repostar. La etapa siguiente era larga hasta la gasolinera de Oued Kraa, así que cargamos toda la gasolina posible: los veintitantos y diecinueve litros de los depósitos de las motos y otros treinta y cinco en jerrycans. Continuamos hasta cruzarnos con la carretera de Guelta Zemour y paramos poco más allá en un pozo. Hasta aquí rodamos por antiguas pistas del rally Paris Dakar y otras usadas por los militares. A partir de aquí y hasta Oued Kraa, final de nuestra siguiente etapa, lo haríamos fundamentalmente por caminos de pastores. Salvo pasos aislados eran tramos rápidos y sin demasiada dificultad. A unos 100 kilómetros del el Kraa el suelo ve vovíó arenoso y unos cincuenta kilómetros de la gasolinera tuvimos el primer encuentro serio del viaje con la arena. Un río de arena muy blanda hizo encallar a la GS800. Hubo que empujar mucho para salvar los apenas doscientos metros de arena. Bien entrada la noche llegamos a la gasolinera de Oued Kraa y decidimos dormir allí mismo ya que no es recomendable adentrarse en las pistas de noche, Atraviesan una zona que estuvo minada. Conseguimos alquilar por una cantidad irrisoria el dormitorio de los empleados de la gasolinera, ellos, supongo que pasarían la noche en la oficina.

La siguiente etapa era larga, había que llegar hasta Cabo Barbas, ya cerca de la frontera sur con Mauritania, así que cargamos a tope otra vez con gasolina y agua. Primero por una pista militar hasta Bir Enzaren, el Pozo del Cristiano, y después por una pista del Dakar de 1995 o 1996 el terreno era abierto, una inmensidad sobrecogedora de horizontes sin fin pero no monótona por los cambios de textura del terreno. Avanzamos rápido y cuando llegaba  la noche acampábamos en medio de la nada. Estábamos siendo afortunados ya que la caprichosa climatología del Sahara nos respetó. No volvimos a sufrir más lluvias ni los frecuentes fuertes vientos Alisios. Igualmente la mecánica, ninguna de las dos motos dio problemas.





Quedaban unos trescientos kilómetros hasta Cabo Barbas, una de las zonas más complicadas, era blanda y había varios ríos complicados de cruzar por la arena. En concreto el Oued Togba nos hizo sufrir de nuevo. La 800 encalló y hubo que descargarla, pasar a mano la gasolina y equipaje y empujar mucho para cruzarlo. Éramos optimistas y pensábamos que llegaríamos en el día hasta Cabo Barbas. Pero no fue así… La zona de barkhanes, dunas móviles que se desplazan con el viento, nos retrasaron mucho intentando buscar los pasos más favorables con menos arena. Desde que han habilitado una pista al sur de Bir Guenduz, este paso arenoso apenas tiene tránsito ahora y no encontramos huella alguna que seguir. Continuamos intentándolo ya anochecido pero llegamos a un punto donde nos vimos rodeados por las dunas y decidimos parar antes de seguir dando palos de ciego. La ducha y la cama nos llamaban a gritos desde Cabo Barbas pero no podíamos seguir.

Cuando amaneció nos sorprendimos de haber conseguido llegar hasta donde habíamos llegado en medio de un mar de dunas. Todavía tuvimos que pelear mucho con la arena y sortear las dunas más altas y no fue hasta medio día cuando llegamos por fin al océano de agua, al Atlántico. Estábamos ya en Cabo Barbas. Nos abrazamos, hicimos fotos, bailamos El cuentakilómetros del GPS marcaba una cifra redonda en el Cabo, justo 1600 kilómetros que habíamos recorrido en casi seis días. La previsión inicial era haberlo hecho en cuatro pero el aprendizaje de Judith nos ralentizó en las primeras jornadas.

                     



Desde Cabo Barbas hicimos 260 kilometros por carretera hasta Dakhla, la antigua Villa Cisneros. Teníamos una cita con  gobernador de la provincia que nos recibió en su despacho de la Wilaya. Volvimos a tomar rumbo sur por la carretera para retomar el desierto en Imlili en dirección a Ausserd para desviarnos más tarde hacia Bir Enzaren. En las cercanías da la sebja de Imlili unos catrteles a los lados de la pista nos recuerdan que no debemos salir de ella a causa de la minas.  Pistas rápidas, terreno abierto, los kilómetros cundíasn en el cuentakilómetros. Aunque Judith ya había cogido mucha soltura en la arena decidimos modificar la ruta prevista que cruzada el Erg Draa Afrarir y después de la experiencia de Cabo Barbas, decidimos que la ruta original nos iba a retrasar más de lo previsto. Repetimos un tramo de algo menos de 100 kilómetros común con la bajada para llegar hasta Bir Enzaren. El nuevo hotel de Bir Enzaren, con un par de años, no lo parece tanto. El implacable viento de arena ha arrancado trozos de pintura de la fachada y ya parece que lleva allí toda la vida. Es un hotel simple con unos camastros metálicos y cama limpia. Los baños son comunes y se puede almorzar o cenar el plato del día.

Se estima que entre españoles, marroquíes y polisarios se llegaron a plantar unos 10.000.000 de minas terrestres  de todo tipo, en numerosas ocasiones sin documentar debidamente las localizaciones de los campos minas. La zona dominada por Marruecos al oeste del muro ha sido desminada. Pero el desminado no es una ciencia exacta y todos los años los informes de la Misión de la ONU MINURSO documenta los accidentes con "minas residuales". Además era frecuente que al acampar una dotación militar sembraran de minas los alrededores del campamento que raramente eran limpiados al abandonarlo. También han causado numerosos accidentes proyectiles de artillería sin explotar, personalmente he encontrado alguno. Para viajar con seguridad por esta región es fundamental evitar los fuera de pista, incluso lor tramos fuera de pista recomendados por una conocida guía recorren zonas peligrosas, y solo hacerlo por caminos bien marcados y frecuentados.

Al amanecer salimos de Bir Enzaren y recorrimos la jormada más larga del viaje, 485 kilómetros hasta Smara donde llegamos ya anocheciendo. Pistas rápidas, rapidísimas y pocas paradas. Nos quedaban apenas 400 kilómetros para llegar de nuevo a Guelmin

Amaneció con un fuerte viento que nos dificultó bastante la conducción en las pedregosas zonas del País Tekna. En varias ocasiones las fuertes rachas de viento me sacaron fuera de la pista con la fortuna de no rodar por el suelo. En muchas ocasiones el viento me obligó a conducir sentado, de pie mi cuerpo hacia de vela y era muy dificultoso. Por la tarde llegábamos a Mseied y de nuevo cruzábamos el Oued Ouarziz. Gran satisfacción, misión cumplida! Habíamos cruzado la puerta de salida del Sahara. Quedaban solo setenta kilómetros por carretera hasta Tantan. Era tarde para seguir hasta Guelmin donde nos esperaba el coche y el remolque y no es recomendable conducir de noche por aquellas carreteras, así que buscamos un hotel y comimos comida “de verdad” en un restaurante. La dieta que nos había suministrado Herbalife nos mantuvo alimentados y nutridos pero estábamos deseosos de echarnos algo a la boca que no fueran batidos a base de polvos y barritas…

Reto superado, Sahara Crossing TA completada con éxito que no teníamos garantizado antes de comenzar. Y ya, sin haber llegado aún al camping donde dejamos el coche y el remolque, pensando en volver otra vez.



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