Sahara Verde


Verde nos encontramos el Sáhara a primeros de enero. Verde por las lluvias de septiembre pasado que también llegaron allí copiosas. Distinto, el milagro de la vida acontece cada cierto tiempo en el desierto. Y con el verde la multitud, infinitos rebaños de camellos, cabras y hasta ovejas que vienen del Norte en grandes camiones.

Tres semanas de "mal tiempo", el Siroco, Irifi como se conoce allí, no ha dado tregua. Había ocasiones en que a pesar de no haber nubes era imposible saber dónde estaba el Sol por la cantidad de arena en suspensión. Incómodo pero un espectáculo para los sentidos. Por otra parte Sahara y viento van unidos indisolublemente, no hay uno sin el otro. Pero no tantos días seguidos ni tan fuerte como me decía un paisano en Bojador.

Las zonas nuevas visitadas, las conocidas bajo otras luces, queda mucho Sahara por recorrer y muchas pistas que ver con otras luces y otros ojos, nunca es igual, tres semanas convertido en un gitano errante y al llegar el final que marca el calendario solo quiero más. La lluvia que comienza a caer me ayuda y me convence de no hacer los quinientos kilómetros de campo previstos hasta Assa y tomar una carretera. Con un Nescafé con leche y una tortilla francesa me despido del Sahara en una gasolinera en Ras el Khanfra.

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